Diario de un Anormal #1




Diario de un Anormal


Capítulo 1

El día comienza pero el anormal no sabe realmente si despierta o si sigue soñando, pocos son los recuerdos que pude guardar en aquel pequeño chip que tiene pegado a un lado del cuello pero puede sentir aquel pequeño dolor cerca de la cabeza por lo que decide levantarse y mirarse al espejo, la persona que le devuelve la mirada en el reflejo es un ser humano un tanto distinto, sus extremidades son del todo normales pero en el pecho tiene un corte justo en el lado izquierdo en donde antes latía un corazón y hoy solo queda una máquina que cada vez que se altera hecha un poco de humo.

No obstante en aquel pequeño vistazo lo que más le llama la atención es la especie de vendaje que tiene alrededor de la cabeza, es algo que le molesta demasiado tomando en cuenta que desde hace mucho tiempo el no tiene nada dentro de aquella parte de su anatomía, es entonces que el pequeño chip parece funcionar y recuerda un poco de lo que paso la anterior noche cuando de repente dentro de su pequeño apartamento habían interrumpido unos cuantos hombres vestidos de azul y el médico que le había puesto aquel vendaje para "aliviar" el peso que sentía, lo único que puede recordar además de eso es el olor a humo que le inundaba los pulmones y que si bien la máquina de su pecho parecía aceptar, aún le generaba cierta molestia. 

De repente se da cuenta que los ojos le pesan y su imaginación parece divagar en distintas ideas que de repente se agrupan y que, por la falta de cerebro, no puede ordenar, a veces en aquellas extrañas mañanas le cuesta adivinar si realmente esta despierto o es todo una continuación de los sueños que tuvo hace ya mucho tiempo, las cosas le parecen y le suenan un tanto irreales, la música ha perdido todo su sentido y su mundo pareciera ser un poquito más azul cada día.

No obstante y a pesar de todo el anormal es incapaz de detenerse y como una máquina continua con la rutina que realiza desde hace tanto tiempo que no puede ni siquiera recordar cuando empezó a hacerla, quizás todo se deba a aquel maldito chip que de repente funciona y otras veces es realmente inútil; así procede, con un tanto de desgana, a tender la cama, tomar una ducha (con mucho cuidado de no apagar la máquina de su pecho), vestirse y luego desayunar. 

El anormal vive en un pequeño departamento ubicado en el centro de la ciudad, es por eso que desde muy temprano el ruido de la vida de las personas de la urbe llena su hogar intentado tapar el silencio generado por la absoluta soledad en la que se encuentra, a veces el anormal puede recordar a través de su chip de memoria épocas en las que aquel lugar había estado lleno de risas e ilusiones pero, rápidamente evade aquellos pensamientos que como cuchillos se clavan en su inexistente mente, bien dicen que a veces para vivir es mejor no recordar.

Mientras desayuna en el descolorido comedor se detiene un minuto a escuchar las noticias que su pequeña radio reproduce a unos cuantos metros en el living, la noticia del momento era nuevamente la de un asesinato cometido por un pirata contra su amante una joven de 24 años con la cual había escapado de Troya hacía no mucho tiempo, este a pesar de ser un hecho recurrente no puede evitar generar una reacción de cierta rabia en aquel anormal que cuando fuera joven soñaba con poder cambiar las atrocidades de su mundo hundido en la miseria; un sueño que en la actualidad, en un mundo donde ser mujer es una de las principales causas de muerte, le parece algo imposible.

Cuando termina de desayunar, se levanta y se alista para dirigirse al trabajo, llevando consigo una pequeña mochila camina con el rumbo fijo y claro de siempre, no obstante no puede evitar perderse y quedarse observando a las personas de la ciudad; algunos caminan con los ojos hundidos y la mirada perdida como si el mundo estuviera a punto de caerles encima mientras que otros andan con una satisfacción plena y parecieran bailar en cada paso que dan.

Así es que puede ver a una pareja de ancianos cuyas extremidades de árbol se agitan en la intensidad del viento y la fuerza de una discusión inútil que que empezó hace más de 50 años, también se percata de una adolescente cuyos ojos brillan color sol llenos de la ilusión del primer amor, aquel destinado al fracaso por su inherente inocencia, por último se detiene a observar a un loco vagabundo que escupe a todo aquel que se le cruce mientras recita los pasajes favoritos de su libro sagrado.

La verdad es que mientras el anormal realiza aquel pequeño ejercicio no puede evitar preguntarse como lo miraran los demás, se pregunta si su rostro puede reflejar el huracán de emociones encerradas en su interior y si esto le daría una apariencia amable o por el contrario lo haría lucir desagradable, sabe que la segunda opción es la más probable y la que explica con mayor seguridad el porque son pocas las personas que le sostienen la mirada antes de desviarla con nerviosismo.

Sin darse cuenta llega hasta su "puesto" trabajo que en realidad es un espacio dentro de la plaza del centro de la ciudad en el cual, debajo de las palmeras, toma asiento para luego sacar el lápiz del bolsillo agujereado a la par que todos los papeles guardados dentro de la mochila, entre ellas hay varias pinturas que extiende por el piso ofreciéndolas a cualquier peatón que pasa por su lado, sin embargo aquel es un día como todos los demás y la gente que pasa son personas cuyos ojos fueron arrancados hace ya mucho tiempo por lo que no pueden detenerse a observar sus obras, la belleza de la vida les ha sido privada y reemplazada con aquellas invenciones del ser humano destinadas a encerrarlos y mantenerlos en la búsqueda de algo llamado "felicidad" la cual se les ha hecho creer se esconde detrás de papeles coloridos con imágenes de lugares y hombres ya muertos, o quizás incluso en el cuerpo de cualquier ser del género opuesto.

Es así que el día pasa lentamente, hasta que al mediodía el anormal decide levantarse de su puesto y dirigirse a un pequeño puesto en el cual poder comprar algo con el poco dinero que le quedaba, ahí puede ver como una familia de apariencia perfecta pasa por su lado dándose cuenta de aquella falsa apariencia que pretende disimular lo disfuncional y peligrosa que es aquella familia, por lo tanto decide alejarse mientras la máquina del pecho empieza a echar un poco de humo y ahuyenta a todo aquel que se encuentra cerca.

Al final consigue acercarse al puesto y llevarse un pequeño plato de comida chatarra que más que alimentarlo pareciera envenenarlo, no obstante agradece el tener algo que llevarse a la boca puesto que es consciente que mientras algunos tienen tanta comida que se dan el lujo de desperdiciarla otros no tienen ni una miga con la que saciar su hambre, esto le parece un poco injusto pero al igual que otras tantas cosas sabe que la suerte ha sido echada y eso no se puede cambiar.

Al dirigirse nuevamente a su puesto dentro de la plaza, el anormal decide probar suerte y buscar algún pequeño espacio en el que esparcir sus pinturas al lado de una fábrica a la cual asisten varios niños que le hacen recuerdo a sí mismo, todos con la mente volada y el corazón sonriente, y que salen tiempo después por la puerta trasera transformados en aquellos seres con los ojos arrancados y el corazón convertido en máquina;el anormal intenta venderle algo a los niños cuando de repente siente como un guardia clava en él los telescopios que tiene por ojos, sintiendo al instante la amenaza inherente que emana de aquel hombre con cuerpo de gorila, por lo que sin pensarlo dos veces corre alejándose lo más rápido posible del lugar.

Al final llega a su puesto y se instala con la máquina del pecho echando humo como si de un incendio forestal se tratará, tarda un tiempo en calmarse e intenta aún un poco temeroso acercarse a alguien para venderle alguna obra pero aquel día la suerte no está de su lado y no consigue que nadie intente comprarle algo.

La tarde se acaba y el decide irse, cuando de repente puede observar a una mujer que camina cerca de su puesto, lo sorprendente dentro de todo son sus ojos que, a diferencia de la adolescente de ojos que brillaban color sol o a las personas con los ojos arrancados, parecieran ser un arcoirís enorme en el cual el mar y el cielo parecieran conjugarse y lo invitan a perderse en aquella locura que hace que los hombres apuesten todo lo que tienen y lo que son con tal de poder obtener una sonrisa de aquellos seres.

Se pregunta si debe acercarse pero algo lo retiene, es entonces que siente un dolor intenso proveniente del interior de las vendas que tiene en la cabeza y el chip empieza a funcionar haciéndole recuerdo de lo que ocurrió la última vez que se dejo llevar por una locura semejante, con mucho pesar se aleja del lugar y siente como el dolor lentamente lo abandona aunque el humo que lo sigue advierte claramente todo lo que había estado sintiendo.

Al llegar a casa se prepara una taza de te la cual parece calmarlo un poco y se dirige lentamente hacia su cuarto ignorando los cerillos que desde la anterior noche se encuentran tirados en la esquina del comedor, al acostarse concilia lentamente el sueño y se hunde en aquella realidad la cual se ha convertido en su único refugio.

Fin Día 1

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